SEVILLA / Estreno en el Maestranza de ‘La bella Susona’, de Alberto Carretero
Teatro de la Maestranza. 13-III-2024. Daisy Press, Luis Cansino, José Luis Sola, Federico Fiorio, Marina Pardo, Andrés Merino. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla y Coro Teatro de la Maestranza. Dirección de escena: Carlos Wagner. Dirección musical: Nacho de Paz. Carretero: La bella Susona
Está muy bien que la Sinfónica de Sevilla le encargue a un joven compositor de la ciudad, Alberto Carretero, una ópera, y que el Teatro de la Maestranza la produzca, esta vez en colaboración con el Auditorio de Tenerife. Había expectación por esta apuesta y entre el público se hallaban reconocidos maestros del compositor como Tomás Marco y Mauricio Sotelo. La bella Susona se basa en una leyenda sevillana que transcurre a finales del siglo XV y principios del XVI, y es extraño que los operistas románticos no se hubiesen fijado en ella, como sí en otras heroínas medievales de Sevilla como las archiconocidas Leonor de Guzmán, La Favorita, o María de Padilla, que da nombre a su ópera. La historia de la hermosa hija del converso Ben Susón reúne muchos de los elementos que pueden conformar un intenso drama, no necesariamente romántico, sino de todo tiempo, pero el libretista, el también joven sevillano Rafael Puerto parece que ha dado por supuesto que el público conoce la leyenda y ha prescindido de desarrollar el hilo narrativo para concentrar los acontecimientos en siete escenas de un profundo estatismo que anula toda acción dramática. Los cuadros son: I.Muerte, II.Origen, III.Amor, IV.Traición, V.Tormento, VI. Redención , y VII.Testamento. Si el espectador tiene la oportunidad de leer antes tanto lo allí escrito como el texto del único acto, puede que se entere de qué va la historia, pero si no ha leído nada del libreto ni conoce la leyenda, pues muy pocos sevillanos la conocen, y no digamos los que no son de Sevilla, lo más probable es que no logren saber lo que ve sobre las tablas, por más que se proyecten los subtítulos, de subida retórica y altas pretensiones poéticas. “Sevilla, Sevilla, Sevilla” exclama la protagonista, y lo vuelve a repetir a principios de la obra, pero Sevilla, escenario predilecto de tantos compositores, hasta acercarse a los doscientos títulos, queda reducida al río, a un Guadalquivir envuelto en “Niebla. Niebla. Niebla.”, primeras palabras del libreto en boca de Susona y voces del pasado.
Y como del fondo de ese río va surgiendo una música, que no es sólo música, sino sonidos envolventes que, gracias a las modernas técnicas, muy bien empleadas por el ingeniero Sylvain Cadars, se expanden por todo el teatro creando una interesante tensión que va desvaneciéndose ante la ausencia de acción. Contribuyen a aumentar esas atmósferas la delicada iluminación de Albert Faura y los sugerentes vídeos de Francesc Isern. La orquesta, muy amplificada, estuvo bien dirigida por Nacho de Paz, reconocido por su especialización en la música de los siglos XX y XXI, mientras que la electrónica estaba controlada por el propio Carretero. En cuanto a la línea vocal, plana hasta la monotonía, hay que resaltar el papel de la soprano norteamericana Daysi Press, que sostiene la obra de principio a fin con su “parlato” cantado, pero al estar tan amplificadas las voces, es difícil apreciar su calidad, pues falta la mesura natural; José Luis de Sola tuvo una dicción muy clara como el noble Guzmán; Luis Cansino, como padre, se lució con brillantez y poderío; y Marina Pardo, Federico Forio y Andrés Merino estuvieron a la altura de la circunstancias, como el coro dirigido por Íñigo Sampil. El precioso vestuario de Alejandro Andújar proporcionó cierto colorido a una puesta en escena, como la de Carlos Wagner, en exceso sumida en las nieblas iniciales. Con todo, hay que congratularse por iniciativas como esta, y esperemos que tenga buena acogida en el Auditorio de Tenerife y en otros teatros del mundo.
Jacobo Cortines
Foto: Guillermo Mendo