Crítica: «I vespri siciliani» en La Scala de Milán

Crítica: vespri siciliani Scala Milán Por Bernardo Gaitán

I Vespri siciliani en a la Scala tras 34 años de ausencia 

Tras más de tres décadas de ausencia en el escenario del Teatro alla Scala, regresó al mítico teatro italiano I Vespri siciliani, la versión italiana de Les vêpres siciliennes (Las vísperas sicilianas) de Giuseppe Verdi. Crítica: vespri siciliani Scala Milán

 

Una escena de "I vespri siciliana" en La Scala de Milán / Foto: © Marco Brescia & Rudy Amisano
Una escena de «I vespri siciliana» en La Scala de Milán / Foto: © Marco Brescia & Rudy Amisano

Drama basado en la rebelión que estalló en Pascua de 1282 contra el gobierno del Reino de Sicilia donde rebeldes mataron a más de 13 mil franceses, desencadenando que el gobierno de Carlos I de Anjou perdiera el control de la isla y comenzara así la Guerra de las Vísperas Sicilianas. De este hecho histórico se extrajo el tratado medieval siciliano Lu rebellamentu di Sichilia (en dialecto siciliano: La rebelión de Sicilia) que los dramaturgos Eugène Scribe y Charles Duveyrier transformaron en un rico libreto que llegó a las manos de Gaetano Donizetti, quien comenzó a musicalizarlo hasta que su muerte interrumpió el proceso. Finalmente, su alumno Matteo Salvi, completó la partitura y en 1882 se estrenó en Paris Le duc d’Albe (El duque de Alba), casi 30 años después de la muerte del compositor belcantista. En medio de este periodo, en 1852, Verdi escribió a Scribe: “Necesito un tema que sea grandioso, apasionado y original; una puesta en escena imponente y sobrecogedora. Siempre tengo en mente muchas de esas magníficas escenas que se encuentran en tus poemas… ¡Ciertamente, estas escenas son milagrosas!”. Meses después Verdi fue a París a buscar a Scribe para que le diera a la brevedad un texto, el libretista le propuso una solución: utilizar una versión revisada en francés del libreto de Le duc d’Albe, que había escrito 20 años antes en pleno apogeo de la gran ópera francesa. Tras el enorme éxito de su estreno en la Opera de Paris, el poeta Ettore Caimi preparó una adaptación del libreto al italiano, naturalmente bajo la supervisión de Verdi. El compositor era consciente de que en Italia hubiera sido imposible ubicar la historia en Sicilia, por lo que tuvieron que hacer variaciones de lugares, nombres y títulos para hacer que el drama fuera aceptable para los teatros italianos. Crítica: vespri siciliani Scala Milán

A pesar de tener tantas referencias históricas, tanto material a disposición, lugares específicos en ambos libretos -el francés y el italiano-; la nueva producción del teatro lombardo firmada por Hugo De Ana lamentablemente fue carente escénicamente. Bien dice el dicho que “quien mucho abarca, poco aprieta”; el regista argentino se ocupó de la dirección escénica, del diseño de escenografía y del diseño de vestuario; parafraseando a los italianos quiso dar “un paso más largo que su pierna”, con un resultado desastroso. Enérgicamente reprobada por el loggione, la producción de De Ana se podría considerar como una de las peores que ha presentado la Scala en el último lustro. La escena sucedía en un campo de guerra en la actualidad; el telón se abría mostrando un moderno tanque de guerra en un obscuro espacio etéreo -que bien podría ser Palermo o la superficie de Marte- con el coro y comparsas que realizaban trabajos escénicos elementales, mientras los cantantes fueron evidentemente olvidados pues no se notó un trabajo de creación de personaje, más bien un plan de entradas y salidas del escenario. Tan mal recibida fue la puesta en escena, que al final del acto II el telón caía en medio una estridente balacera con sonoros y fastidiosos disparos de salva mientras algunos soldados caían muertos. Del loggione una anciana voz sentenciaba: “¡Mejor dispárenle al regista!”, acción que fue secundada por aplausos y risas provenientes de todas partes del teatro.

Marina Rebeka, Piero Pretti y Luca Micheletti / Foto: © Marco Brescia & Rudy Amisano
Marina Rebeka, Piero Pretti y Luca Micheletti / Foto: © Marco Brescia & Rudy Amisano

La escenografía durante los primeros tres actos se resumía a un misterioso y sombrío espacio abierto, que gracias al diseño de iluminación de Vinicio Cheli, el efecto no era desagradable. Para el ‘patio de una fortaleza’ del IV acto De Ana posicionó una campana y la estatua de una virgen -ambos de dimensiones colosales-, mientras un imponente árbol gigante vestía el cuadro de los ‘ricos jardines del Palacio de Monforte’ del V acto. Por su parte, el vestuario podría decirse que fue lo más digno de la producción por su discreción, simplicidad y continuidad. Crítica: vespri siciliani Scala Milán

La parte musical fue ligeramente mutilada, pues se cortaron algunas partes. De las casi 3 horas de música escrita por Verdi, la nueva producción de la Scala presentó una versión de 2 horas y 40 minutos (que con las pausas se alargó a 3:40 horas de duración total). Es decir que se suprimieron casi 15 minutos de música, entre las partes sacrificadas está todo el Divertimento ‘Las estaciones’ y el coro Si celebri alfine que abre el V acto. La diminuta parte bailable fue elementalmente coreografiada por Leda Lojodice, intérprete de la Muñeca Mecánica en la película Il Casanova de Federico Fellini de 1976. Inversamente proporcional a lo visivo está la parte musical, que funge como un auténtico salvavidas de la producción. Al frente de la Orquesta del Teatro alla Scala estuvo el experimentado director Fabio Luisi quien concertó una versión explosiva y enormemente apreciada. El maestro genovés, famoso por sus interpretaciones de música germánica (en especial Wagner, Strauss o Bruckner por citar algunas), se consolida cada vez más -y con justa razón- como un gran interprete verdiano. La obertura fue apoteósica, fungió como una anticipación del desborde de genialidad que vendría desde el foso el resto de la noche. Luisi cuidó siempre el volumen de la orquestación, ofreció tempi muy dinámicos y sus matices se podrían considerar de antología. Tuvo además la fortuna de contar con un elenco que respondía fielmente a sus requerimientos y con quien pudo entregar a los asistentes un resultado musical digno de recordar por años. El Coro del Teatro alla Scala, dirigido por Alberto Malazzi, a pesar de unas ligeras descoordinaciones resultó siempre entonado y bien modulado.

Marina Rebeka y Piero Pretti / Foto: © Marco Brescia & Rudy Amisano
Marina Rebeka y Piero Pretti / Foto: © Marco Brescia & Rudy Amisano

El complejo e intenso rol protagónico de Elena fue encomendando a Marina Rebeka, quien con su ágil y elegante voz interpretó a la feroz duquesa con grandeza y magnanimidad. La soprano letona, especializada en repertorio belcantista y verdiano fue enérgicamente aplaudida -con justa razón- tras el amado bolero: Mercé, dilette amiche por la bravura, finura y precisión en las coloraturas; en la cadencia final de:Arrigo! Ah, parli a un core por el impresionante fiato, y en la cabaletta: Coraggio, su coraggio por sus sobreagudos y enorme potencia vocal en su registro agudo. El refinamiento y distinción de Rebeka -quien regresará a la Scala en marzo para interpretar a Mimì en La Bohème- no solo es escénico, si no vocal; dejando de lado su fraseo seductor y perfecta dicción italiana, por lo que se reafirma función tras función como una de las mejores intérpretes de la actualidad. Arrigo, el enamorado siciliano, fue interpretado por Piero Pretti quien se exhibió en el mismo teatro como el Duque de Mantua en Rigoletto en julio pasado. El tenor sardo de garboso legato ofreció un personaje convincente, entregado y de alta calidad vocal. Los sobreagudos de Pretti son poderosos, brillantes y sonoros. Su interpretación histriónica estuvo a la altura de Rebeka, con quien hizo una cautivadora pareja escénica, en particular durante el fascinante dueto «E dolce raggio celeste» dono del IV acto. Por su parte el barítono Luca Micheletti, encarnando a Guido di Monforte, fue óptimo. El actor y regista italiano tiene una voz mórbida, carnosa y potente; gracias a su fino fraseo, el autoritario gobernador de Sicilia fue correctamente interpretado, de gran intensidad emotiva su aria «In braccio alle dovizie». Una gran decisión el haber cambiado el teatro de prosa por el lírico, pues barítonos verdianos jóvenes y talentosos como él hacen falta en el panorama actual.

Luca Micheletti / Foto: © Marco Brescia & Rudi Amisano
Luca Micheletti / Foto: © Marco Brescia & Rudi Amisano

El bajo coreano Simon Lim por desgracia no estuvo a la par del trio de protagonistas, con agudos engolados pero registro grave sonoro y afinado, ofreció un Giovanni da Procida que cumple vocal y actoralmente, pero no emociona ni transmite. A pesar de tener una de las arias más famosas del repertorio de bajo: O tu, Palermo, terra adorata, pasó sin pena ni gloria. Muy bien las participaciones de Andrea Pellegrini como Señor de Bethune, Adriano Gramigni como Conte Vaudemont, Valentina Pluzhnikova como Ninetta, Giorgio Misseri como Danieli, así como Bryan Avila Martínez y Christian Federici como Tebaldo y Roberto respectivamente; y Andrea Tanzillo como Manfredo.

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Milán (Teatro alla Scala), 8 de febrero de 2023. I vespri siciliani   G. Verdi                     Nueva producción del Teatro alla Scala

 Fabio Luisi, dirección musical.  Alberto Malazzi, maestro del coro.

Hugo De Ana, dirección escénica, diseño de escenografía y vestuario.

Vinicio Cheli, iluminación.  Leda Lojodice, coreografía.

Elenco: Marina Rebeka, Piero Pretti, Luca Micheletti, Simon Lim, Andrea Pellegrini, Adriano Gramigni, Valentina Pluzhnikova, Giorgio Misseri, Bryan Avila Martínez, Christian Federici, Andrea Tanzillo.

OW