Crítica: Radvanovsky protagoniza «Las tres reinas de Donizetti»

Crítica: Radvanovsky «Las reinas Donizetti» Por Federico Figueroa

Con la sala llena y mucha expectación se estrenó en Madrid, en el Teatro Real, el espectáculo Las tres reinas de Donizetti, en el que la emperatriz es la soprano Sondra Radvanovsky. La cantante estadounidense, con casi 55 años, es una de las “divas” de la actualidad,  posición que ha conquistado a pulso, haciendo un trabajo de largo recorrido, paso a paso y siempre en ascenso. El público del Teatro Real la adora, pues fue ella la que propinó la sobredosis de “bises” en las funciones de Tosca  de junio de 2021. 

Lejanos parecen los días en que empezó a ser conocida en España. Ella cantó en la Ópera de Bilbao (ABAO) una estupenda Leonora (Il trovatore) en 2002 y también fue una atractiva Rusalka en 2005. Cuando volvió a cantar en 2013 en la capital vizcaína, en ese caso Maria Stuarda, ya era la gran figura que es hoy. Radvanovsky, como buena estrella, buscó nuevos retos y sorprendió encarando en una temporada 2015-2016, en la Metropolitan Opera de Nueva York, las tres óperas donizettianas de las que aquí ha venido a presentarnos las tres escenas finales: Anna Bolena, Maria Stuarda y Roberto Devereux.  Crítica: Radvanovsky «Las reinas Donizetti»  

Esto ya lo hizo en tres representaciones, en diciembre de 2019, en la Ópera de Chicago con propuesta escénica de Matthew Ozawa. De estas funciones se está comercializando un registro sonoro. En mayo de 2021 Las tres reinas de Donizetti, con una propuesta escénica firmada por Rafael Villalobos fueron presentadas en el Gran Teatre del Liceu. En esas dos ciudades, como ahora en Madrid, fue el maestro Riccardo Frizza quien ha estado al frente de la dirección musical de un espectáculo suculento por donde quiera vérsele y que es para la cantante un tour de force vocal y escénico; los personajes que interpreta (Ana Bolena, María Estuarda e Isabel I), además de ser diferentes entre sí, están viviendo ese momento de la ópera desde perspectivas disímiles. Rafael Villalobos, ha creado un atractivo envoltorio para la joya a exhibir: la cantante.  Para cada una de las piezas despliega el ambiente propicio utilizando un efectivo diseño de iluminación, al coro y a los otros personajes de cada ópera. Así cada reina vivió en su propio mundo escénico. El vestuario (tres llamativos atuendos que utiliza Radvanovsky) es creación del estadounidense Rubin Singer, diseñador de alta costura que ha realizado estilismos para Beyoncé, Shakira, Glenn Close, Jennifer Lopez y una larga lista de celebrities. Los tres vestidos son muy apropiados en cuanto a que potencian la teatralidad e identifican al personaje con claridad. Todo puesto para el servicio y realce de la cantante solista. Crítica: Radvanovsky «Las reinas Donizetti»

Sondra Radvanovsky posee una voz dramática, robusta y de sonido metálico con la que ha conseguido brillar en el repertorio verdiano y pucciniano. Su timbre no es particularmente atractivo pero es una fuente generosa de sonoridades redondas, capaz de correr por toda la sala y entrar en el oído más cerrado. No es, a priori, una belcantista de libro, ni por estilo ni por el manejo de la coloratura, sin embargo es poseedora de una técnica con la que domeña su inmensa voz a fin de regalarnos filados de gran belleza, ligar frases y manejar dinámicas a su antojo.

En Anna Bolena la soprano demostró una técnica depurada y un abanico de gradaciones varias que le permitieron un fraseo rico, ideal para esa página final en la que Anna tiene su momento de locura. En Maria Stuarda consiguió, con facilidad, elevar su voz por encima de sus compañeros, coro y orquesta y atacar valientemente el agudo final que, sin embargo, le quedó corto y deslucido. Fue Roberto Devereux el mejor momento de la noche. Exultante y mostrando el poderío de su voz, además de una estupenda interpretación, consiguió hacer todos los malabares vocales de esa escena final en la que Isabel I da todo de sí. Con el pastoso instrumento de la cantante no son las agilidades las que destacan,  pero en ningún caso esto le impide ofrecer una actuación global sobresaliente.

Igualmente satisfactoria fue la intervención de los solistas que la acompañaron en estas páginas de Donizetti. Bien timbrada y sonora la mezzosoprano Gemma Coma-Alabert (Smenton / Anna Kennedy / Sara), a la altura del barítono Carles Pachón (Lord Rochefort / Guglielmo Cecil / Notthingam). Brilló con intensidad Fabián Lara, tenor de cálido timbre, incisiva y resplandeciente voz de estupendo caudal. El Coro titular estuvo espléndido y la orquesta respondió muy bien a la acertada lectura del maestro Riccardo Frizza, el que imaginó y propulsó este espectáculo, recreándose en los pasajes dramáticos con igual soltura que en aquellos de belcanto más ágil, especialmente en las oberturas de cada una de las óperas, donde dio rienda suelta a contrastes sonoros de gran belleza.