Le Nozze di Figaro inaugura con éxito la temporada de Les Arts

Le Nozze di Figaro en Les Arts. Foto: Miguel Ponce

La inspiración goyesca y la sensibilidad estética de Emilio Sagi inaugura con éxito artístico y de público la temporada 20019-20 del Palau de Les Arts con una produción estrenada en el Teatro Real , que a pesar de tener ya un decenio se mantiene fresca y dinámica, añadiendo una cuidada interpretación musical del británico Christopher Moulds con un reparto internacional equilibrado entre voces consagradas y emergentes.

A pesar de que Mozart es uno de los compositores que más se programa hoy día en los teatros, es raro que en la misma temporada se puedan escuchar dos obras de este compositor que es lo que el nuevo director artístico de Les Arts, Jesús Noriega ha programado para la presente temporada, estas Bodas y otra ópera no tan conocida pero muy interesante como es La finta giardiniera que se podrá ver en noviembre lo cual reafirma la versatilidad e interés de la programación de el coliseo del Turia. La respuesta del público ante la propuesta mozartiana de inicio de temporada con unos precios más asequibles ha sido abrumadora con un lleno total en la función de estreno que esperemos sea la tónica en el resto de funciones y la dominante en la otra propuesta mozartiana de noviembre

Si hubiera que destacar con pocas palabras la propuesta de Sagi serían: fidelidad, sensualidad, belleza, claridad y detallismo dramatúrgicos. Complementa a la perfección la elegancia mozartiana musical, el origen dramatúrgico francés de Beaumarchais con la hispanidad goyesca de la ambientación sevillana.

El trabajo de su equipo, Daniel Bianco que nos traslada a un palacio sevillano en sus diferentes estancias, el estilizado vestuario de época de Renata Schusshein la variada iluminación de Eduardo Bravo, junto con la coreografía de Nuria Castejón en el brillante fandango crean un todo armónico que permite adentrarnos en el voudeville reivindicativo que le costó la cárcel al dramaturgo original y que edulcoró DaPonte ante las censuras que  las diferentes monarquías impusieron a la obra original.

Pasando a la parte vocal lo primero que se ha de destacar es la calidad y nivel notable general del cast desde los partiquinos más pequeños como las dos sirvientas Aida Gimeno y
Evgeniya Khomutova,
la Barbarina de Vittoriana De Amicis, de voz bella y timbrada, un muy gracioso Joel Williams en Don Basilio, todos ellos del Centro Plácido Domingo.

Antonio fue interpretado por el siempre eficaz Felipe Bou, que junto con Valeriano Lanchas de voz generosa pero a veces poco dominada y la inspirada Marcellina de Susana Cordón que supo equilibrar la parte cómica con la maternal y sin perder ni un ápice en los conjuntos y dúos como el inicial con Susana formaron un tándem escénico que funcionó a la perfección.

Cecilia Molinari deleitó con un Cherubino fresco, excitado, fanfarrón y una voz aterciopelada y sensual en sus arias sobretodo en la segunda.

Il Conte di Almaviva tomo carne y voz en el barítono Andrezej Filonczyk que debutaba en Valencia con unrol que resultó correcto en general con momentos brillantes en su aria y en el dúo final con la condesa, pero que seguro que con el tiempo tanto vocalmente como escénicamente madurará en este papel.

Robert Gleadow fue un Fígaro excelente en la primea parte de la ópera en el que el peso de la obra hizo mella, pero posee un instrumento importante a parte de una presencia escénica imponente. En algunos momentos nos recordó a un Bryn Terfel joven en este papel que tanto éxito le provocó.

Le Nozze di Figaro en Les Arts. Foto: Miguel Ponce
Le Nozze di Figaro en Les Arts. Foto: Miguel Ponce

Pero sin duda alguna las estrellas de la noche fueron dos sopranos españolas de gran carrera y calidad.

La Susana de Sabina Puértolas fue graciosa, pícara, atenta a cualquier gesto y palabra de su personaje para configurar un rol redondo tanto en lo vocal como en lo escénico.

Y por último qué decir de María José Moreno. Su Contessa fue una lección de canto y elegancia escénica. Sus dos arias fueron una delicia para el oído convirtiendo las dificultades y trampas vocales mozartianas en algo simple y sonido puro, legatos impolutos, agudos cristalinos y pianísimos expresivos. Su elegancia escénica iba como anillo al dedo para un papel que mezcla la nobleza de cuna y la alegría sevillana del ambiente. 

El coro a pesar de sus corta participación en la partitura mozartiana cumplió con rigor y exactitud, lo mismo que una orquesta que supo amoldarse a las exigencias estilísticas de Christopher Moulds, maestro inglés de batuta y expresión segura en este repertorio clásico que sin embargo no encontró un discurso homogéneo en toda la obra combinando momentos de gran belleza con otros simplemente correctos, especialmente los concertantes y finales de acto, dejándose llevar más por el ruido que por la musicalidad.

Sea como sea es muy difícil que este montaje tan bello, como clásico de Emilio Sagi no triunfe por su perfección y claridad de concepto como así lo reconoció el público que aplaudió largamente y salió con una sonrisadel teatro tras este “giorno di folli… corriam tutti a festeggiar”.

Buena inauguración de temporada en calidad y respuesta de público que esperemos se prolongue durante toda la temporada.

Robert Benito