SonyaYoncheva negro

Un drama en cada nota

Hamburgo. 12/09/21. Staatsoper Hamburg. Puccini: Manon Lescaut. Sonya Yoncheva (Manon Lescaut). Brian Jadge (Chevalier Des Grieux)  Kartal Karagedik (Lescaut). Daniel Kluge (Edmondo). Coro y Orquesta Filarmonica de la Ópera del Estado de Hamburgo. Dirección musical: Francesco Ivan Ciampa.

No fue el primero ni será el último, pero Giacomo Puccini es, sin duda alguna, un maestro indiscutible en transmitir en cada nota, en cada frase musical, en cada melodía, todo el drama que se desarrolla en sus libretos. Tildado, precisamente, de ser demasiado transparente en esta casi literalidad entre música y trama, lo que realmente demuestra el maestro de Luca es que es un auténtico genio, de los más grandes operistas de todas las épocas. Su música siempre emociona y siempre te engancha en un torbellino de sentimientos, que a mí, perdonen el personalismo, me va directamente a la boca del estómago. Todo esto no significa que se disfrute igual una partitura pucciniana representada o en concierto, en absoluto. La ópera es música y teatro y pensando en ello se crearon todas las obras de Puccini, y del resto de compositores. Es verdad, no obstante, que en alguna ocasión las circunstancias hacen que una ópera se cante y no se represente. La Manon Lescaut que se dio en la Staatsoper de Hamburgo está en este caso. Cuando es así, muchos cantantes interpretan gestualmente para que, dentro de lo posible, el público no eche de menos la dramaturgia, pero en nuestra Manon a los protagonistas les faltó en casi toda la representación ese prurito dramático en el gesto. Hasta que no llegó el cuarto acto, no vimos esa tensión escénica entre Manon y Des Grieux. Pero en cambio en lo vocal, en ese drama que transmite en cada nota, sí que hubo entrega total por parte de los  cantantes. Cerrabas los ojos y veías a la joven Manon deslumbrada por Des Grieux al poco de llegar en la diligencia de arras, pero también por el oro de Geronte que no quiere abandonar hasta el extremo de ser prendida por la justicia y deportada, con otras desgraciadas, a la remota Louisiana. Allí la acompañará su amado, para verla morir en sus brazos. Ese acto, el de la Louisiana fue auténticamente mágico para los que oyeron este concierto.

Y es que Sonya Yoncheva, que debutaba en Manon Lescaut, deslumbró completamente durante toda la ópera. ¿Cómo definir una voz excepcional? Lo mejor es escucharla porque es difícil contar la emoción que transmite, la perfecta técnica que le permite cabalgar sin problemas por toda la tesitura y llegar a unos agudos estratosféricos, perfectamente colocados, abrumadores. La voz es de timbre bello, carnosa, con un vibrato que la hace aún más atractiva. Dio un color especial a todas sus intervenciones, matizando, cantando con una delicadeza que enamoraba. Sin duda triunfará en los escenarios con este papel, que tendrá que trabajar más en lo actoral ya que hubo momentos en que transmitía muy poco con su gesto, todo estaba en la voz. Pero eso sí, qué gran noche y sobre todo, qué excepcional Sola, perduta, abbandonata. Ahí sí que actúo, sí que se le vio el sufrimiento de la mujer que lo ha perdido todo. Una aria que quedará en el álbum de esos momentos excepcionales que uno vive en un teatro de ópera.

Brian Jadge es un cantante con unas dotes extraordinarias en cuanto a potencia y agudo, algo que tanto busca un cierto público en un tenor en estos papeles tan heroicos como el Des Grieux de Manon Lescaut. Tuvo un primer acto que no fue convincente vocalmente. El timbre, que no resulta demasiado atractivo, hizo que, junto a que la voz no había calentado, el primer dúo con Manon Cortese damigella resultara bastante flojo por su parte. Fue entonándose a lo largo de la noche y en el acto final estuvo estupendo. Como ya se dijo, sus mayores bazas son una potencia vocal de gran sonoridad y un agudo de indudable calidad. Quizá cante demasiado “en forte” y debiera matizar en más momentos, pero aún así hay que destacar el estupendo trabajo que en general realizó. Solo recordar el pero de lo actoral. Como su compañera, hubo poco gesto, poca actuación, si exceptuamos (volvemos a ello) en el cuarto acto.

En cambio, tanto un excelente Lescaut, encarnado por el barítono turco Kartal Karagedik, como gran parte de los comprimarios, sí que intentaron interactuar pese a la situación. Karangedik, pese a no tener muchas intervenciones dio muestras de un gusto exquisito a la hora de cantar el atolondrado pero bienintencionado hermano de la protagonista. Destacó también el Edmondo de Daniel Kluge, una de las voces más templadas de la noche.

¡Qué gran versión nos ofreció la batuta de Francesco Ivan Ciampa! Su Puccini lo tiene todo: lirismo, pasión, elegancia, exactitud en los tempi y mucha, mucha emoción. Tuvo que lidiar con las entradas a los cantantes, no fáciles en estos casos aunque ayuden pantallas, y también con las intervenciones del Coro de la Ópera de Hamburgo, que tiene gran calidad pero que en el primer acto estuvo un poco más desajustado. Perfecto en el tercero con esos comentarios mordaces que acompañan el embarque de las presidiarias hacia América. Y a la gran dirección respondió una equilibrada, elegante y perfectamente conjuntada Orquesta Filarmónica de la Ópera del Estado de Hamburgo, uno de los pilares que permite a esta institución ofrecer programas de tanto nivel casi todos los días de la temporada operística.