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Oh! Rimembranza!

Oviedo.14/10/22. Teatro Campoamor. Bellini: Norma. Berna Perles (Norma). Anna Pennisi (Adalgisa). Moisés Marín (Pollione). Luis López Navarro (Oroveso). Serena Pérez (Clotilde). Facundo Muñoz (Flavio). Coro Intermezzo. Oviedo Filarmonía. Renato Balsadonna, dirección musical. Mario Pontiggia, dirección de escena.

Es una reflexión aún abierta, a día de hoy, el cómo se apoya a los cantantes españoles en los teatros líricos de nuestro país. El espacio, las oportunidades, los papeles, las garantías, las formas... Cuánta realidad hay en todo ello y cuánto porcentaje a cumplimentar para salvar la papeleta ante los medios y el propio gremio. Y de cómo conseguir el balance, a través de ello, con la taquilla, porque es algo sobre lo que aún tenemos mucho que demostrar como público. 

Miren los casos, por ejemplo, de Saioa Hernández, quien abre en la Scala y debuta en algunos teatros españoles como sustitución de última hora; o de Ruth Iniesta, protagonizando óperas en la Ópera de Viena y la Ópera de París, mientras aquí se le siguen otorgando segundos repartos. Me pregunto, por todo ello y a raíz de esta Norma en la Ópera de Oviedo, cuán complicado ha de resultar para una soprano española debutar este icónico personaje. Y aquí. La oportunidad está, pero es un tanto peliaguda. Hay que tener mucho valor y estar muy segura de sí misma para acometer un papel tan complejo como este, con tan pocos ensayos y para una sola función. Significa, sin duda, darlo todo. Arriesgarse con todo lo que uno tiene. Puede ser el fracaso más absoluto y ese revés sería culpa de quien organiza un sistema tal, diría incluso antropofágico. Y si resulta un éxito, a tenor de lo escuchado y lo comentado en le teatro (se decía que el reparto completo era muy superior al principal), como ha sido el caso de Berna Perles, ahí también hay que decirlo, si se sobrevive a este sistema, entonces el éxito puede ser y ha de ser absolutamente de la cantante.

Si las condiciones hubieran sido diferentes, a buen seguro la soprano malagueña hubiese podido medir, dosificar, conocer el todo a la hora de enfrentarse a su primera Norma. Ganar en seguridad en su página de salida o mesurar sus fuerzas en el terceto con Pollione y Adalgisa, por ejemplo, redondeando una protagonista de catagoría. De gran sensibilidad en el decir, con unas agilidades cuidadas y brillantes, y un grave trabajado, homogéneo. Perles deslumbró en la cabaletta Ah! Bello a me ritorna y emocionó en páginas como Dormoni entrambi, el Mira, o Norma posterior y, anteriormente, en Oh! Rimembranza!, donde el tiempo se detuvo a través de su voz. Ella recordaba y quien escribe, también, con ella. No creo que pueda pedírsele más a la música. La evocación suspendida, la luz abriéndose entre lo vivido de un participio pasado. En este caso, el reflejo de tantas voces que he podido escuchar dando vida a la druida - una decena como mínimo - y sabiendo que Berna Perles ya es Norma.

A su lado, otros tres cantantes que cumplieron a gran altura con sus diferentes cometidos. El pollione de Moisés Marín juega la baza de una tesitura de baritenor, tal y como el me comentaba, recientemente, en una entrevista para Platea. Su centro es poderoso, coloreado y su grave portentoso. Mostró en todo momento acentos, búsqueda de colores e intentó llevar a su personaje hacia la tradición de la interpretación. Lástima que, como intuyo, la batuta no le permitiese recrearse en las variaciones de su parte. Sin duda, mostró lo mejor de la noche en el dúo con la mezzosoprano y posterior terceto, así como en sus encuentros finales con Norma. Como Adalgisa, la italiana Anna Pennisi mostró un bello timbre de mezzo aguda, que empastó muy bien, en todo momento, tanto con la soprano como con el tenor, demostrando los tres cantantes una gran complicidad y trabajo entre ellos. Bien tanto Facundo Muñoz en el papel de Flavio, como Serena Pérez en el de Clotilde, y de nuevo sonora, voz plena la de Luis López Navarro como Oroveso, un tanto nasalizado en el giro al agudo, tal y como demostró, hace unos meses en el Tabaré del Teatro de la Zarzuela. Allí, por cierto, otro ejemplo de lo que les comentaba al principio: el debut en ese escenario de Maribel Ortega tras quince años de carrera para, a continuación, seguir haciendo seucndarios en el Nabucco del Real... cuando ella misma ha sido Abigaille. El sistema...

Me decía Celso Albelo en una ocasión, que a los cantantes siempre se les mira con lupa a la hora de interpretar, de hacer suya una partitura de bel canto, cuando a los directores de orquesta se les permite mucho más sin juzgarles. Es algo completamente cierto y un tanto incomprensible. ¿Por qué acatar la verdad de la batuta y no la del cantante? Máxime cuando, no en pocas ocasiones, es el foso quien ha jugado a la contra de la calidad que se podía haber alcanzado. Esta Norma, sin duda, es un buen ejemplo de ello. La lectura de Renato Balsadonna resultó en exceso morosa, plúmbea incluso, en un discurrir absolutamente plano, donde no hubo espacio para el vuelo de la melodía, vital en Bellini. No hubo apenas contraste (qué ocasión perdida con Mira, o Norma) ni tampoco oportunidades para que los cantantes hiciesen más suyos a sus personajes. Las voces, negando la mayor de lo que suele atribuírsele a este repertorio, no lo son todo. La orquesta (y técnicamente tampoco la Oviedo Filarmonía tuvo su mejor noche, a buen seguro) ha de sustentarlo todo, ha de ser el pulso vital del drama interno en esta Norma, el sutil balanceo que lleva a sus personajes a tomar las decisiones que toman. Ha de apoyar, ha de ser la evocación pura en el primer dúo entre Norma y Adalgisa, el fuego amoroso al terminar el de esta y Pollione... ha de elevar las voces en todo momento... y no pudimos contar con ello.

Tampoco es que la escena haya ayudado demasiado. La Norma de Mario Pontiggia es austera, de estética peculiar, con la que no pude conectar, recordando a un montaje a lo "Livermore" (o Livermore recordando a Pontiggia). Su apuesta conceptual, con obertura e introducciones a telón bajado, encuentra su mejor punto, quizá, en ese muérdago que se enreda por una especie de columna romana, aunque se pierda entre un movimiento de masas un tanto desbaratado, donde no llega a comprenderse ciertos posicionamientos del coro, con los hombres tapando las voces de las mujeres. Una Norma, al fin y al cabo, que han sustentado y protagonizado las voces de cuatro artistas entregados. Por lo pronto, esta función llevará a Berna Perles a debutar en Italia a finales de este mes, precisamente con Norma. Casi nada.