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Primeros pasos

Turín. 18/04/2024. Teatro Regio. Puccini: Le villi. Laura Giordano (Anna), Raffaele Abete (Roberto), Gezim Myshketa (Gugliemo Wulf). Orquesta y Coro del Teatro Regio de Turín. Dirección de escena: Pier Francesco Maestrini. Dirección musical: Riccardo Frizza.

En la Italia de mediados del siglo XIX las grandes casas editoriales gobernaban la vida musical, especialmente la operística. A la editorial Lucca se había unido de manera fulgurante la Ricordi, que llegaría a ser la más poderosa. Pero también tenía su lugar la editorial Sonzogno y que en esa época dirigía Edoardo Sonzogno, nieto del fundador. Sonzogno era un hombre más de negocios que del mundo musical: introdujo innovaciones en un mundo tan competitivo e intentó otras formas de llamar la atención de los profesionales y del público. Una de estas ideas fue la convocatoria de un concurso para elegir una nueva ópera, de un solo acto, de jóvenes músicos de nacionalidad italiana con un tema “idílico, serio o cómico”.

Un joven Giacomo Puccini de 25 años se presentó a este concurso pero seguramente por la escritura deficiente de la partitura (se exigía a esta que estuviera clara y legible), ya que el siempre lento Puccini la entregó en el último momento y bastante emborronada, no ganó, ni entró entre los finalistas. Pero el compositor tenía padrinos. Su maestro, Amilcare Poncchielli (autor de La gioconda), su libretista Ferdinando Fontana y el amigo de este, Arrigo Boito (compositor y libretista de las últimas óperas de Verdi), consiguieron, por suscripción que la obra en cuestión, titulada Le villi, fuera estrenada en el Teatro Dal Verme de Milánel 31 de mayo de 1884. Tuvo bastante éxito y sobre todo dio a conocer el nombre de Puccini como operista en los círculos musicales milaneses. No tuvo tanto éxito en otras ciudades italianas y el compositor hizo diversas revisiones y la dividió en dos actos (habría aún otras dos versiones más hasta la que se escucha en la actualidad). Con estos nuevos cambios fue estrenada en el Teatro Regio de Turín el 26 de diciembre de 1884. 

140 años después se ha estrenado una nueva producción de la primera ópera de Puccini, tan infrecuente de poder ver nuestra época, en el mismo teatro. Le villi, como exigía el  concurso a la que fue presentada, versa sobre un tema folclórico y romántico ambientado en la Selva Negra: el amor traicionado de una bella muchacha, que muere de tristeza y que se venga de su amante llevándolo a la locura en el bosque ayudado de las Willis, espíritus de otras jóvenes despreciadas. Para esta historia Puccini escribió una partitura que acusa algún desajuste juvenil y, para algunos, un excesivo protagonismo de los números sinfónicos, espacio en el que Puccini se encontraba en ese momento más cómodo. Pero también podemos encontrar momentos líricos de un estimable nivel, como son las arias de soprano y tenor, y el dúo final de ambos protagonistas. 

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Lo más destacable de la representación fue sin duda la dirección musical de Riccardo Frizza, un consumado maestro que, afortunadamente, podemos oír con cierta frecuencia en los teatros españoles. Acompañado de una Orquesta del Teatro Regio de un buen nivel musical, Frizza planteó un Le villi algo alejada de las versiones (pocas) que se pueden oír en disco. Siempre se ha considerado que esta ópera era la precursora, con otras de su misma época, del famoso verismo que tendría su punto álgido con Cavalleria rusticana, del amigo de Puccini, Piero Mascagni.

En cambio, el maestro de Brescia optó por unos tiempos más contenidos, por crear un ambiente que se acercara a la esencia romántica del tema de la ópera. Estuvo brillantísimo en los momentos orquestales más destacados (especialmente en la tormenta), cuidó a los cantantes y dirigió con elegancia y sin caer en esos excesos veristas que, como ya dije, suelen guiar la interpretación de esta ópera. Esta función estuvo protagonizada por el reparto alternativo de las funciones “oficiales”.

Suficiente nivel de Laura Giordano como Anna, la amante abandonada, buen trabajo, quizá el mejor entre los cantantes, del tenor Raffaele Abete, como Roberto, el traidor, y cumpidor el barítono Gezim Myshketa como el padre desolado por el comportamiento de su hijo. Muy profesional el Coro del Teatro Regio, que tiene un papel destacado en la obra.

Para una obra que dura musicalmente poco más de una hora Pier Francesco Maestrini, director de escena, ha creado una producción muy lujosa y con detalles de buen nivel. Quizá no sea muy adecuado convertir una aldea de la Selva Negra en un centro balneario que podría ser el famoso Baden-Baden (situado en la misma región alemana) a finales del siglo XIX,  ya que el ambiente folclórico del libreto desaparece completamente, pero permite un despliegue de lujo protagonizado, sobre todo, por el vestuario de Luca Dell’Alpi. Quizá lo más destacado es la excelente utilización de un medio que es muy manido como el vídeo pero que aquí se emplea con mucha elegancia y un punto romántico por el hábil escenógrafo Guillermo Nova.

Le villi dio a conocer a uno de los genios de la historia de la ópera. Bienvenida sea su recuperación y que cunda el ejemplo.