Crítica: «Cavalleria rusticana» y «Pagliacci» en La Scala de Milán

Por Bernardo Gaitán Crítica: «Cavalleria «Pagliacci» Scala Milán

A los 27 años Pietro Mascagni, un compositor desconocido, ganó el concurso de ópera de un acto organizado por la casa editorial Sonzogno. La obra con la que obtuvo el triunfo fue Cavalleria Rusticana, y fue estrenada el 17 de mayo de 1890 en el Teatro Costanzi de Roma. El éxito de la ópera fue no lo esperaba nadie. Su aceptación se debe a varios factores. Primero, Mascagni rompió con las convenciones del melodrama romántico al presentar a personajes comunes como protagonistas de la obra. En lugar de los idealizados héroes habituales, los personajes en Cavalleria rusticana reflejan a gente común envuelta en crudos hechos contemporáneo. Este enfoque, junto con la intensa acción dramática y la violencia que se manifiesta a lo largo de la trama, dio a la ópera un carácter distintivo que combina incisiva acción con una exuberante vena melódica. Además, en el final Mascagni aumenta la crudeza teatral con el desgarrador grito: Hanno ammazzato compare Turiddu! (¡Mataron al amigo Turiddu!) en lugar de lo que cualquier compositor por tradición hubiera optado: un sonoro agudo impostado del protagonista mientras muere.

Una escena de «Cavalleria rusticana» / Foto: Brescia & Amisano – Teatro alla Scala

Dos años después del estreno de ‘Cavalleria’, el 21 de mayo de 1892, Arturo Toscanini dirigió en el Teatro Dal Verme de Milán la prima de Pagliacci de Ruggero Leoncavallo. La trama de esta ópera se basa en un hecho auténtico: un crimen motivado por los celos en un pequeño pueblo de Calabria, donde Leoncavallo vivió de niño. Su padre trabajaba como magistrado en el pueblo y fue quien llevó el caso del juicio de dicho crimen. Pagliacci aborda temas de amor y traición, pero desde un ángulo innovador para la época. En lugar de centrarse en la vida rural siciliana, Leoncavallo explora el mundo del teatro y la delgada línea entre actuación y realidad, línea que se va desdibujando a lo largo de la obra, llevando a un final trágico. La innovación que Leoncavallo aportó, con 35 años, en Pagliacci fue la inclusión del Prologo, una escena inusual para la época. En lugar de comenzar la ópera con un coro o la trama habitual, la obra inicia con un personaje que se dirige al público y presenta la filosofía y poética de la obra. En «Si può? Si può?» plantea cuestiones sobre la naturaleza del arte y la ambigüedad entre la vida real y la actuación, confundiendo a la audiencia sobre si la ópera realmente ha comenzado o no. Este recurso, poco convencional para la dramaturgia del momento, establece un tono único para el resto de la obra y muestra el carácter innovador de Leoncavallo en la escena operística.

Tanto «Cavalleria» como «Pagliacci» comenzaron a ser representadas individualmente con bastante éxito por toda Italia. Sin embargo, su corta duración se convirtió en un problema de programación para los teatros. Para alcanzar un tiempo de espectáculo alrededor de dos horas, inicialmente se combinaba «Cavalleria» con Zanetto, otra ópera corta de Mascagni. La solución definitiva llegó el 22 de diciembre de 1893 cuando la Metropolitan Opera House de Nueva York presentó por primera vez ambas óperas en la misma función. Una semana después se repitió la singular combinación en Parma, e incluso el propio Mascagni dirigió en 1926 ambas óperas en la misma velada en el Teatro alla Scala. Dada la similitud entre las dos en cuanto al naciente estilo verista, los requerimientos vocales para los cantantes, el orgánico orquestal, la duración y la música extraordinaria. «Cav-Pag«, como se les conoce popularmente, se convirtió en un binomio inseparable en todo el mundo.

Casi un siglo después de aquella función de 1926 con Mascagni en el foso, «Cav-Pag» regresó al Teatro alla Scala con el revival de la versión de 2011 dirigida por Mario Martone, retomada para 2024 por Federica Stefani. El regista napolitano ofreció una interpretación fresca, moderna e incluso cinematográfica para ambas producciones. En Cavalleria rusticana, Martone intensificó el papel de la religión en la trama, ubicando toda la acción en el interior de una iglesia minimalista y oscura. Los feligreses, representados por el coro de espaldas, llevan a cabo todos los rituales de una misa católica: la procesión de ingreso, recolección del diezmo y las oraciones. Mientras tanto, al fondo de la iglesia, tiene lugar la acción dramática entre los personajes principales, creando un poderoso contraste entre lo sagrado y lo profano. La iluminación de Pasquale Mari aporta un tono trágico y sombrío a esta escena, intensificando el impacto emocional del momento final, en el que Turiddu se despide de Mamma Lucia, para terminar con la madre desvanecida y el coro que la rodea como un cuadro de Rembrandt. Crítica: «Cavalleria «Pagliacci» Scala Milán

Una escena de «Cavalleria rusticana» / Foto: Brescia & Amisano – Teatro alla Scala

Elīna Garanča demostró una extraordinaria afinidad con el papel de Santuzza, ofreciendo una interpretación rica tanto vocal como actoralmente. Su voz muestra un sonoro timbre constante en todos los registros, particular belleza en las notas altas que le resultan naturales y excelentemente bien timbradas. La emotiva interpretación de la mezzosoprano letona en «Voi lo sapete, o mamma» y una angelical línea de canto en el tan esperado «Inneggiamo il Signore è risorto» le valieron una canora onda de aplausos al final de la función. Por su parte, Brian Jagde presentó un Turiddu viril, seguro,  incluso con un toque de machismo, lo cual encaja perfectamente con el personaje. Su proyección vocal es generosa y con un timbre brillante, con discretas dificultades en los agudos. En general, el tenor estadounidense cumplió con las expectativas vocales, pero desde el punto de vista interpretativo le faltó el dramatismo característico del estilo verista. El aria alegre «Viva il vino spumeggiante», que normalmente destaca por su vivacidad, pasó desapercibida justamente por esta falta de pasión en la actuación.

Una escena de «Pagliacci» / Foto: Brescia & Amisano – Teatro alla Scala

El rol de Alfio fue encomendado a Roman Burdenko que pasó sin pena ni gloria. El barítono ruso de buena presencia escénica cumplió con dignidad la parte vocal, a pesar de haber tenido unas ligeras dificultades rítmicas en seguir los tiempos del director en su famosa aria («Il cavallo scalpita» ) y un registro agudo velado. Por su parte Francesca Di Sauro cantó con un hermoso timbre y una correcta emisión una irónica y descarada Lola. Mientras que Elena Zilio, intérprete histórica del papel de Mamma Lucia en la Scala, encarnó el papel magistralmente; su interpretación actoral dejó atónitos a los asistentes.

Para Pagliacci, Mario Martone reinventa el escenario alejándolo de la clásica aldea calabresa que Leoncavallo sugiere en el libreto, optando por un entorno urbano y marginal. Bajo el puente de una grande vialidad, diseñado por Sergio Tramonti, el ambiente se convierte en un espacio frecuentado por vagabundos, prostitutas y personas de dudosa reputación, creando el escenario perfecto para realizar un espectáculo de arte urbano y un asesinato cerca de la medianoche. En lugar del tradicional escenario amateur donde la compañía solía representar la commedia dell’arte, la acción se desarrolla directamente en la calle, intensificando el realismo de la escena. Los vestuarios, diseñados por Ursula Patzak, sitúan la acción en la época actual, con elementos modernos que incluyen un automóvil que Silvio usa para escapar.

Fabio Sartori posee una línea de canto estable y una dicción perfecta, que aunado a su voz robusta y segura en los sobreagudos, le permite dar vida a un Canio vocalmente correcto, sin embargo carece de profundidad en su actuación. Un claro ejemplo fue su parda interpretación de » Vesti la giubba, una joya del repertorio tenoril que Leoncavallo reservó para el personaje y que, en esta producción, no logró la reacción entusiasta del público. Sin embargo, en la escena final, cuando Canio asesina a su esposa y a su amante, Sartori muestra un cambio radical, dejando salir la desesperación de un hombre traicionado, logrando así una actuación conmovedora que generó una potente emoción en el público. Crítica: «Cavalleria «Pagliacci» Scala Milán

Una escena de «Pagliacci» / Foto: Brescia & Amisano – Teatro alla Scala

Irina Lungu ofreció una interpretación de Nedda marcada por la libertad y la pasión, especialmente en el dueto con Silvio, donde la intensidad emocional se mezcla con la melancolía. La soprano rusa, con una emisión precisa y un fraseo claro, supo destacar en su aria «Stridono lassù», demostrando su talento y sensibilidad. Mientras Roman Burdenko, en el papel de Tonio, tuvo un mejor desempeño vocal que en «Cavalleria», destacando especialmente en el Prologo. El cantante siberiano logró transmitir el resentimiento y la sed de venganza de su personaje, no tanto por su apariencia física sino por su interior retorcido. Su actuación fue sobresaliente a lo largo de toda la función, su presencia y expresión capturaron la esencia de un hombre profundamente herido. Mattia Olivieri, por su parte, encarna a un Silvio enamoradizo, iluso y sentimental. El barítono italiano posee un registro central fresco y vigoroso, atributos que, junto con su aspecto jovial, contribuyen a la coherencia dramática del personaje.

Giampaolo Bisanti, con una batuta académica, dirigió ambas óperas de manera pulcra. El director milanés optó por una interpretación tradicional, siguiendo los tiempos, matices y estilos propios de la tradición verista. Cuando la partitura requería más potencia por parte de la orquesta, Bisanti la proporcionaba sin cubrir a los solistas. Los momentos clave, como elPreludio y el inmortal Intermezzo de Cavalleria, se distinguieron por el notable cuidado en el fraseo orquestal y la atención a la profundidad e intensidad, lo que resultó en una interpretación sobria y correcta. Por su parte el coro, bajo la dirección de Alberto Malazzi, fue cuidadosamente curado, con especial mención para el coro inicial de Cavalleria y el ya mencionado Inneggiamo, que lograron transmitir una energía teatral convincente y vibrante. Con todo, Bisanti supo equilibrar potencia y delicadeza, manteniendo siempre el enfoque en la narrativa musical y el respeto por las voces solistas. Crítica: «Cavalleria «Pagliacci» Scala Milán


Milán (Teatro alla Scala), 23 de abril de 2024   Cavalleria rusticana / Pagliacci

Director musical: Giampaolo Bisanti.  Maestro del coro: Alberto Malazzi.

Director de escena: Mario Martone.  Reposición hecha por Federica Stefani.

Escenografìa:  Sergio Tramonti. Vestuario: Ursula Patzak.   Iluminación: Pasquale Mari.

Orchestra y Coro del Teatro alla Scala.

CAVALLERIA RUSTICANA

Elenco: Elīna Garanča, Brian Jagde, Roman Burdenko, Francesca Di Sauro, Elena Zilio.

PAGLIACCI

Elenco: Irina Lungu, Fabio Sartori, Roman Burdenko, Mattia Olivieri, Jinxu Xiahou.   OW