En el marco de las conmemoraciones mundiales por el centenario del nacimiento de Benjamin Britten, el Teatro Municipal de Santiago estrena en Chile y Latinoamérica esta ópera esencial del siglo XX en una producción memorable, que une un excelente nivel musical a un sólido trabajo escénico.

Por Joel Poblete

Uno de los títulos más importantes en el contundente repertorio para la escena compuesto por Benjamin Britten, considerado por los especialistas como el más destacado compositor de Inglaterra en el siglo XX, se presenta desde el viernes 16 en el Teatro Municipal de Santiago. Desde ya se puede calificar a estas cinco funciones de ‘Billy Budd’ como un hito histórico en este escenario; no sólo se trata del debut latinoamericano de esta ópera, estrenada mundialmente en 1951, sino además se ofrece en el marco del centenario del nacimiento del músico (esta producción cuenta con el apoyo oficial de la Fundación Britten-Pears, que vela por el legado del autor en el mundo). Y por sobre todo, es un espectáculo lírico memorable, uno de los mejores que el Municipal ha ofrecido en los últimos años.

Ambientada en 1797 a bordo del Indomable, navío británico en la guerra que enfrentara a Inglaterra y Francia, la ópera se inspira en la novela breve homónima del autor de ‘Moby Dick’, Herman Melville; sólo cuenta con personajes masculinos y se centra en los recuerdos del Capitán Vere, quien evoca esos días en que permitió que injustamente se ajusticiara al joven, bondadoso e ingenuo marinero que da nombre a la obra.

Como sólo ocurre en aquellas funciones que merecen ser recordadas, la conjunción entre lo musical y lo escénico es fundamental en este montaje. La propuesta escénica del equipo de artistas argentinos encabezados por el director teatral Marcelo Lombardero es verdaderamente magnífica, y sigue la senda de otros inolvidables estrenos en Chile de obras del siglo XX como ‘El castillo de Barba Azul’, ‘Lady Macbeth de Mtsensk’ y ‘Ariadna en Naxos’.

Fiel y respetuoso con el argumento original, Lombardero consigue una puesta en escena fluida, dinámica y convincente, preocupada tanto del desplazamiento y movimiento de las grandes escenas corales como del intimismo, emoción y teatralidad de algunos momentos solistas. Aunque su trama se puede resumir en pocas líneas, en verdad esta es una de las obras más ambiguas y enigmáticas del repertorio lírico, ya que -como otros trabajos de Britten- admite diversas lecturas en torno al comportamiento, moral y psicología de sus protagonistas, así como a los alcances sociales de la historia. Todo eso queda patente en la dirección de Lombardero, que obtiene momentos impresionantes y sobrecogedores, y cuenta con el valioso apoyo de sus habituales colaboradores. Luciana Gutman diseña un vestuario atractivo y muy adecuado; José Luis Fiorruccio, una iluminación sugerente y atmosférica; y, una vez más, la escenografía y proyecciones visuales de Diego Siliano fascinan por el uso y distribución del espacio escénico y especialmente por la muy real presencia del cielo, el mar y el agua.

A ratos el lenguaje musical de Britten quizás no es tan “fácil” y directo como el de otros compositores más populares, pero una vez que el auditor se familiariza con éste, es imposible no confirmar su maestría y genialidad. Llena de detalles y contrastes armónicos y una variedad de timbres y colores que nunca deja de cautivar, la partitura de ‘Billy Budd’ es exigente y variada en su riqueza sonora, y la inspirada batuta del experimentado David Syrus, Head of Music de la prestigiosa Royal Opera House de Londres, es uno de los pilares de estas funciones, sacando el máximo partido a la Filarmónica de Santiago.

El elenco brilla a gran altura, encabezado por el regreso al Municipal del joven barítono estadounidense Craig Verm (quien el año pasado debutó en Chile como el torero Escamillo en ‘Carmen’), un protagonista ideal en lo vocal y escénico, que encarna muy bien la bondad, belleza e inocencia del,personaje. Impecable y meritoria es también la entrega del tenor canadiense Roger Honeywell como el Capitán Vere, en especial en la comprometedora y difícil misión que le corresponde en el prólogo y epílogo, cuando recuerda lo sucedido en la platea, en el medio del público, de espaldas al director de orquesta. Considerando esa exigencia y la sutileza de esos instantes de reflexión, Honeywell está verdaderamente espléndido.

Luego de su debut el año pasado en ‘Tannhäuser’, el talentoso bajo alemán Andreas Bauer regresa como el malvado Claggart, cuyo carácter refleja muy bien en su voz y entonación. Y un excelente equipo de solistas internacionales y chilenos canta los restantes papeles, donde destacan especialmente los tres oficiales que interpretan Leonardo Neiva, Arttu Kataja y Homero Pérez-Miranda; el muy logrado Dansker del argentino Leonardo Estévez, el sonoro contramaestre de Patricio Sabaté y el vigía del ascendente tenor Nicolás Fontecilla.

Párrafo aparte merece la formidable labor del Coro del Teatro Municipal que dirige Jorge Klastornik. El coro es parte indispensable en la obra y si bien el público capitalino está habituado a su sólido nivel, de todos modos en lo musical y actoral el desempeño en estas funciones indudablemente quedará como uno de los grandes hitos de la formación. Su labor es fundamental en el momento más excitante y poderoso de estas funciones, cuando todos los tripulantes del “Indomable” se preparan para un combate naval que finalmente no se produce. También muy meritoria resulta la actuación del Coro de Niños de Grange School, dirigido por Claudia Trujillo.

‘Billy Budd’ es, definitivamente, un espectáculo que no hay que perderse y que ofrecerá cuatro nuevas funciones los días lunes 19, miércoles 21, sábado 24 y lunes 26 de agosto en el Teatro Municipal de Santiago.