crítica de ópera
García Calvo, un Oro de música
El director madrileño, presente en las temporadas operísticas de Berlín y de Viena, ofreció en Oviedo una versión musical fulgurante y enérgica, con una propuesta escénica tridimensional
Guillermo García Calvo es, sin lugar a duda, uno de los más importantes talentos de la dirección orquestal en España. Quizá por ello apenas ha trabajado en los grandes teatros públicos –financiados en su mayor parte con los impuestos de todos-. Sin embargo, el director madrileño mantiene una estrecha vinculación con Oviedo, sus orquestas y su temporada de ópera.
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Hace un par de años, en el teatro Campoamor, dirigió un «Tristán e Isolda» de impacto y ahora ha vuelto a reeditar éxito wagneriano con una dirección magistral de «El oro del Rin», en lo que supone el arranque del estreno de la Tetralogía de Richard Wagner en la Ópera de Oviedo . Una versión musical fulgurante, enérgica, en la que la música del compositor alemán concitó el mayor protagonismo de la velada desde el foso. García Calvo es ya, por derecho, propio una batuta a tener muy en cuenta en este repertorio.
Propuesta tridimensional
Escénicamente se optó por una original propuesta articulada sobre proyecciones tridimensionales en video-mapping. El polaco Michal Znaniecki se encauzó hacia una propuesta de alarde visual, frondosa en sugerencias, simbólica, pero un pelín superficial dramatúrgicamente hablando. Su estela futurista se adecuó a la historia y dejó correctamente planteado el prólogo en un trabajo conceptual bien estructurado.
En el reparto, la homogeneidad fue la nota predominante. Hay otro aspecto a destacar: la mitad del mismo estaba integrado por cantantes españoles. Creo que este hecho debiera ser tenido en cuenta frente a teatros con gigantescos presupuestos que han dado la espalda a nuestros intérpretes. El rocoso Wotan de Tómas Tómasson tuvo el protagonismo requerido, al igual que el Alberich de Thomas Gazhelli. A destacar asimismo la Fricka de Elena Zidkova y la Freia de Maite Alberola. Muy bien las ninfas del Rin –Boix, Ferrández y Vázquez- o Felipe Bou y Kurt Rydl como Fasolt y Fafner, respectivamente. Demasiado justo de medios el Loge de César Gutiérrez y adecuada la Erda de Birgit Remmert. Junto al resto del elenco cuajaron una aseada velada wagneriana con magnífica respuesta por parte del público.
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