La nueva producción de "Così fan tutte" estrenada ayer en el teatro Campoamor obtuvo una sonora ovación por parte de los asistentes, que, de forma unánime, mostraron su aprobación a la inteligente propuesta escénica de Joan Anton Rechi. El estreno de anoche es el tercer título de la temporada de la Ópera de Oviedo, y el más aplaudido hasta el momento.

Para este "dramma giocoso" de Mozart, la institución asturiana ha querido contar con la dirección de escena de Joan Antón Rechi, que revistió "Così fan tutte" con una visión tan personal como acertada de la acción dramática, incluyendo una fina ironía en los momentos clave que generaron en el público una complicidad nunca vista en esta temporada.

Rechi contextualiza a los personajes en un único escenario, un cabaret parisino de comienzos del siglo XX, lleno de luces, color y números de magia, lo suficientemente frívolo para desinhibir a los cuatro protagonistas y crear la atmósfera muy propicia para la confusión y el enredo que propone Lorenzo da Ponte en su libreto.

La relación de Rechi con Calixto Bieito, uno de los directores de escena que más le han influido en su carrera, se deja sentir especialmente en su preocupación por que las situaciones que acontecen a los personajes sean creíbles, aunque en este caso huye de polémicas y se centra en presentar una imagen visualmente atractiva de la trama, hasta el punto de que el escenario presenta una plataforma giratoria que da sensación de dinamismo.

Quizá la aportación más llamativa es su reinterpretación del final de la ópera, en la que evita el final feliz y reconciliador propuesto inicialmente por Da Ponte. Lo sustituye por uno más filosófico y racional, en el que después de la mentira, el engaño y la traición que se profesan las dos parejas de enamorados nada vuelve a ser igual que al principio; el mal ya está hecho.

En esta propuesta, Fiordiligi, Guglielmo, Dorabella y Ferrando han querido jugar con fuego y han terminado quemándose. Sin embargo, es cierto que el hecho de presentar un final alternativo provoca algunos desajustes entre la acción que se desarrolla en el escenario y el texto original de la partitura, pero al público no pareció importarle.

Uno de los mayores aciertos de esta nueva propuesta de "Così fan tutte" ha sido la elección de los cantantes que participaron en la representación, no sólo por su alta calidad vocal, sino también por su faceta interpretativa y la complicidad de su interacción.

Es importante destacar la dificultad añadida que presenta esta ópera al incorporar tantos números de conjunto, que en su mayoría fueron resueltos de manera solvente. Hay que añadir también otra dificultad derivada de la puesta en escena, como es que los cantantes apenas tienen contacto visual con el director musical (salvo por los monitores instalados en el teatro), situado en un segundo plano sobre el escenario, pero que han conseguido solventar la parte musical exitosamente.

Carmela Remigio, en el papel de Fiordiligi, fue quien más sobresalió y fue la más aplaudida de la representación. Su voz es versátil, con un timbre muy hermoso y buena proyección sonora, reafirmó en la representación de anoche sus merecidos éxitos en el repertorio mozartiano. Paola Gardina, la hermana de Remigio en la ficción, ha demostrado sus grandes dotes actorales, con una Dorabella resuelta y convincente con la que el público se mostró muy satisfecho.

Quizás a la voz de Alek Schrader le faltó potencia en algunos momentos y más libertad en la emisión. Martín Royo hizo una interpretación correcta, con un timbre hermoso e igualado en todo el registro vocal. Isabella Gaudí fue una Despina convincente que aborda el papel con una solvencia envidiable. Finalmente, Umberto Chiummo, cuyo personajes determinó el transcurso de la historia, resolvió notablemente la parte musical e interpretativa.

La propuesta de llevar esta ópera a un cabaret implica la necesidad de llenar el espacio escénico para recrear el bullicio y el gentío que cabría esperar en una sala de fiestas. Probablemente por ello la orquesta abandona en esta producción su habitual sitio en el foso para situarse en medio del escenario. En un primer momento, si no se toman las debidas precauciones, esta nueva localización podría alterar el balance sonoro de toda la ópera, pero no fue así.

La Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias redujo su plantilla y Corrado Rovaris, quien se ha convertido en uno de los directores asiduos de la temporada de ópera ovetense, ha conseguido un acompañamiento orquestal efectivo, que no compromete el protagonismo vocal inherente a este título.

Husan Park se hizo cargo del clave en los recitativos. Estaba situada en un altillo al lado izquierdo del escenario y visible para el público en todo momento, lo que constituyó una más de las atracciones de este festivo cabaret.