La propuesta escénica de Arnaud Bernard para "I Capuleti e i Montecchi", que desde hoy se verá en el Campoamor, ofrece una nueva lectura a esta ópera de Bellini desde una perspectiva actual, con el propósito de hacer surgir nuevas tensiones en este libreto de Felice Romani, carente de realismo. Para conseguirlo, ha optado por ambientar toda la trama de la ópera en un museo, construido a comienzos del siglo XIX pero contemplado desde el presente, en el que los personajes salen de las pinturas y cobran vida.

Esta producción del Teatro de la Fenice de Venecia, en coproducción con la Fundación Arena di Verona y la Ópera Nacional Griega, respeta todas las escenas en las que se divide la ópera de Bellini y Romani. La escenografía busca contar una vez más la historia de los amantes de Verona, sin traicionar el libreto y la partitura, pero sin caer en la reiteración banal.

Bernard sostiene que una versión totalmente fiel al libreto no encajaría en la mentalidad del espectador moderno, que está acostumbrado a la inmediatez, al lenguaje cinematográfico y a la crueldad que transmite la televisión. En la historia no hay crueldad, ni sentimientos arrebatadores, ni pasión ni enfrentamientos. El libreto de "I Capuleti e i Montecchi" no es Shakespeare; ni Julieta posee el mismo carácter que en la tragedia británica, ni Romeo es tan valeroso.

Después de ver la producción de esta ópera de Bellini representada en Italia, Omán y Grecia, Arnaud Bernard se pregunta si para innovar en el terreno de la ópera es imprescindible buscar siempre la novedad, la modernidad y el escándalo para justificar el trabajo del director de escena. O si éste del seguir las pautas de una tendencia escénica, en muchos casos gratuita, que no siempre agrada al público.

Su interpretación de "I Capuleti e i Montecchi" pasa más por la ensoñación y la nostalgia, y si algo es bello por sí solo y funciona, el cambio más leve será siempre el mejor.

El estreno de esta obra es hoy, en el teatro Campoamor, a las 19.00 horas.