"Il Trovatore" conquistó al público del teatro Campoamor en la segunda de las óperas programadas en la actual temporada de la Ópera de Oviedo. Los aficionados, siempre entregados ante uno de los títulos más populares del catálogo de Giuseppe Verdi, acabaron la función entusiasmados y con grandes ovaciones para la mezzo Luciana D'Intino y la soprano Julianna di Giacomo.

Esta nueva producción de la Ópera de Oviedo en coproducción con el Gran Teatre del Liceu de Barcelona, que cuenta con la dirección escénica de Joan Antón Rechi, envuelve con un halo de oscuridad toda la acción de esta ópera que Verdi estrenó en 1853.

Su propuesta propone convertir esta ópera en un gran lienzo, que tiene como fuente de inspiración los grabados que Goya realizó sobre "Los desastres de la guerra". La tragedia y el horror que expresa Goya en los rostros desfigurados y las posturas afectadas de sus personajes se incorporan a esta producción operística mediante proyecciones de sus obras. Estas proyecciones confieren a la acción argumental movimiento y sirven también como un medio para llenar el espacio escénico, dejando únicamente sobre el escenario objetos muy puntuales, como el caso de la pira.

"Il Trovatore" es un título complejo para poner en escena. Su libreto, y más aún el modo en el que a través de él se cuenta toda la historia de Azucena, Manrico, Leonora y el Conde de Luna, se lo ponen muy difícil al director de escena. En este caso, Rechi trata de unir el ambiente tenebroso que rodea a la Edad Media, en la que se ambienta originalmente esta ópera de Verdi, con la Guerra de la Independencia y la visión terrorífica que de ella deja Goya en su obra: una España en lucha fratricida, en la que todos pierden y nadie gana nada.

El propio Francisco de Goya aparece en varias de las escenas de la representación de este "Trovatore". Como un figurante, presencia la acción con amago de pintarla, pero no interviene nunca en los hechos que están por acontecer. Si por algo se caracteriza especialmente todo el legado lírico de Verdi es porque supone un auténtico "tour de force" para los cantantes, su técnica vocal y su conciencia. Pero "Il Trovatore" aún da un paso más en la escala de exigencias. No en vano, decía el brillante e implacable Arturo Toscanini que para poner en escena "Il Trovatore" únicamente hay que juntar sobre el escenario a los cuatro mejores cantantes de ópera del mundo. Eran otros tiempos.

La presencia escénica es otro de los requisitos que Verdi impone a los intérpretes de "Il Trovatore". La mezzo italiana Luciana D'Intino, buena conocedora del personaje de Azucena, cuenta con esta cualidad. Su madurez a la hora de dar vida a la gitana jugó un papel destacado en el terreno vocal, con un color oscuro que no abandona nunca pese a los complejos cambios de registro que Verdi le exige a Azucena, y una buena potencia, que es de agradecer. Es muy buena actriz. Su primer aria, "Stride la vampa", arrancó bravos en su melodramática resolución.

La Leonora de Julianna di Giacomo cuenta, al igual que D'Intino, con una voz generosa y generoso vibrado, sobre todo en el registro agudo. Conmovió al público especialmente en "D´amor sull' ali rosee", una escena y aria de gran complejidad que supo resolver con éxito, e incluso arrancó algunos bravos. En "Tacea la notte placida" se notó un poco más incómoda, pero siempre mostrando una voz con mucho cuerpo y potencia.

"Di quella pira" es, sin lugar a dudas, uno de los momentos más esperados por gran parte del público, pero quizá sea también el más comprometido de toda esta partitura para el tenor. Aquiles Machado fue quien se hizo cargo ayer del papel de Manrico, su color voz encaja dentro de la estética vocal que Verdi demanda. A ello hay que añadir también un buen volumen sonoro en todos los registros, pero no le habría ido mal una dosis más alta de dramatismo, especialmente en algunos momentos puntuales en los que, tanto la escritura de Verdi como el director musical buscan un carácter más agitado.

El barítono Simone Piazzola, como el Conde de Luna, actúa movido tanto por su amor a Leonora como por la sed de venganza hacia Azucena y Manrico. Piazzola es un cantante joven, con bonita voz y cualidades escénicas, que aún tiene recorrido para seguir creciendo. También destacó Darío Russo como Ferrando, el capitán de la guardia.

Al coro de la Ópera de Oviedo se le dan particularmente bien las óperas de Verdi, basta recordar el éxito que obtuvieron con "Nabucco" en 2015. El coro de zíngaros fue probablemente su intervención más aplaudida. La escena del convento carece, no obstante, de la perfección que en la pasada temporada ofrecieron, por ejemplo, en títulos como "Mazeppa".

Ramón Tebar, al frente de la Oviedo Filarmonía, fue preciso en todo momento marcando las inflexiones en la partitura y tratando de aunar lo que acontecía en la escena con el foso de la orquesta.